La educación como visibilizadora
Joan Nogé es un geógrafo y catedrático español que ha dedicado su investigación a estudiar y ver el paisaje como una construcción social, cultural y política. "Los paisajes reflejan una determinada forma de organizar y experimentar el territorio y se construyen socialmente en el marco de unas complejas y cambiantes delaciones de género, de clase, de etnia, de poder."[1]
En "Al Margen de los paisajes que no vemos" se centra en estudiar la manera en la que percibimos o no los paisajes que transitamos basados en nuestra constitución ideológica. Aquí la palabra margen tiene un doble sentido, se refiere tanto al margen como límite y frontera como a los espacios y personas pertenecientes a "la marginalidad social" .
"Sólo vemos los paisajes que deseamos ver, aquellos que no cuestionan nuestra idea de paisaje constituida socialmente, [...] de una determinada aprehensión y apropiación del espacio geográfico".[2] ¿Y cuál es esa idea que nos han instaurado de un paisaje? Hagamos una lista de características de el arquetipo de paisaje:
- Visible
- Físico
- Perenne
- Preferiblemente natural
- Lejano/a distancia
Lo que se salga de allí es ignorado inmediatamente. Las presencias invisibles, intangibles y efímeras son las primeras en escaparse de la idea de paisaje. Se deja al margen todo lo social, lo urbano el movimiento de las personas, etc. Todo aquello que no sea medible, ni cartografiable de forma exacta, precisa y verdadera.
Al leer este texto no podía evitar pensar en que cuando a un niño se le pide dibujar un paisaje su primer impulso es crear dos grandes curvas en el fondo del papel, atravesarlas por una curva y encabezarlas por un círculo amarillo. Al entrar a una escuela es fácil encontrar múltiples copias similares de montañas, ríos y soles.


Esto demuestra que nos hemos acostumbrado a cartografiar (y ver cartografiado) el paisaje desde la distancia. Por lo general con una mirada estereotípica, cartesiana y poco interesada por lo efímero, lo fugaz y lo diverso. Se limita a dibujos sosos, fotos instantáneas y mapas generales.
Buena parte de la responsabilidad de este fenómeno la cargan las instituciones educativas más tradicionales. Refuerzan los arquetipos través de dibujos llenos de límites que enseñan a no salirse de la línea, profesores que aprueban si y solo si se colorea haciendo círculos concéntricos con la mano, o que dicen: esto no se parece a lo que quieres dibujar, mira se hace así.
Quizá la identidad y el paisaje no son tan lejanas como podría parecer pues ambas han sido reeducidas bajo una una visión parcial y utilitaria. Además ambas son víctimas de estereotipos, ambas nos acompañan perpetuamente y ambas son construcciones sociales. Ambas están en diálogo constante determinando lo que percibimos y la forma en la que lo hacemos
Como ya se dijo, Nogué habla de paisajes invisibles (o más bien invisibilizados) como aquellos que son ignorados porque no se parecen a la idea que tenemos del paisaje. Un poco como la profesora que se niega a enlazar lo que ve en la hoja del niño con lo que él dice que ha dibujado o como aquel que camina en la ruralidad del sur bogotano y se muestra reacio a sentir que está dentro de la ciudad.
Así mismo, las identidades subalternas son ocultadas por las dominantes. Los dominados son víctimas de un proceso de deslegitimación y ocultamiento. Este puede llegar a ser tan perverso que, en algunos casos, se les hace sentir vergüenza a tal punto que ellos mismos se encargan de enterrarse. María Buenaventura da un ejemplo clarísimo en el Yu Pati o el repudio de comer lo que da la propia tierra. Me explico: en algún tiempo existían en nuestro paisaje infinitas especies y tamaños de maní, el olor que su cultivo e ingesta empezó a ser caracterizado como "olor a indio" y se convirtió en un motivo de burla. Esto causó una reducción importante en su producción y variedad hasta el punto en que hoy solo conocemos un tipo de cultivo de maní.
Latinoamérica está impregnada hasta el fondo de de Yu pati. La forma de resistir es clara: conocer y poner en valor el contexto inmediato de los pertenecientes a estos espacios marginados. Sin embargo, creo que habría que optar por una postura más activa desde la educación y para ello pongo sobre la mesa dos estrategias: La profundización y la ruptura del heterólogo
En primer lugar, las personas, las instituciones y quienes las dirigen deberían preocuparse por conocer su contexto, su bagaje histórico y reconocer sus conflictos externos internos, presentes y futuros. Excavar el paisaje y encontrar las profundidades significantes de sus espacios.
Los levantamientos ciudadanos de los últimos años son efecto de una desconfianza profunda hacia las instituciones a nivel mundial. La reacción inicial es acallar y deslegitimar esas voces que les sacuden la comodidad de dominante. Invisibilizar estas "marginalidades" que cambian el paisaje ideal. Creo que es imperante permitirse escuchar esas voces que le gritan de frente a la institución y la sacuden para que se conecte con su contexto y con aquellos que la experimentan.
De esta manera, las instituciones educativas podrían jugar un rol importante en la construcción de paisajes visibles. Siempre con una mirada seria, honesta y abierta que escuche y empatice con múltiples voces e impulsos.
Paisajes invisibles son puestas en una posición de heterologo , un estado constante 1de ser lo otro. Mientras esto continúe no habrá una libertad verdadera, pues no seremos capaces de transitar y ver los paisajes en su totalidad.
Es imperante que todos encuentren el interés y la posibilidad de ir más allá de lo que se les ha enseñado a ver. Abrir nuevas posibilidades y contexto. Poner en valor lo propio y lo adquirido pero además lo otro. Siguiendo los consejos de Toni Negri, hay que suministrar al mundo de pequeñas dosis de veneno hasta deconstruirlo. Abrir pequeños huecos en el cartón hasta que nos permitan ver el cielo y el panorama completo . Así como se le enseñan a los dominados las formas de los
dominantes, es necesario poner en remojo a los dominantes en las gramáticas de los dominados. No con un ánimo homogeneizador (tan usado ya en las instituciones existentes que buscan hacer "cultos" a los otros), sino en búsqueda de legitimar y poner en valor lo heterologo para que deje de ser invisible.
En conclusión, aprender , buscar, valorar, enseñar y conocer lo otro y lo propio debería hacerse parte de la misión de las instituciones. Es a partir de la educación que podremos visibilizar esos otros paisajes y ganar la libertad de transitar por ellos.
[1] Nogué Font, Joan. "Al margen. Los paisajes que no vemos", 2008.
[2] Nogé,2008