De la imagen al cuerpo
Reseña: El nacimiento por la Muerte, Jules Régis Debray
Jules Régis Debray es un filósofo francés con una vida fascinante. Su pensamiento e historia dan cuenta de su pensamiento revolucionario: se cruzó con el Ché y Fidel, con Sartre y el movimiento del 86 y con Allende y el golpe de estado en su contra. Su trasegar le costaría celebraciones y angustias, llevándolo incluso a estar confinado entre rejas bolivianas. [1]
Tras su largo camino revolucionario, se instala en París para desarrollar un doctorado que dio como fruto el libro "Vida y muerte de la imagen: Historia de la mirada en Occidente". En él propone un estudio de la historia del inconsciente óptico occidental y las modificaciones causadas por las revoluciones técnicas y las creencias colectivas de la humanidad[2].
Con una mirada amplia en la línea de tiempo, el libro recoge las formas de representación desde las primeras cavernas ornamentas hasta la actual relación con la pantalla del ordenador. La evolución de la mirada planteada por Debray inicia por la magia para pasar a la artística y finalizar en la económica. Es importante señalar que, aunque el autor no rompe la linealidad del tiempo, constantemente está haciendo comparaciones y saltando entre el pasado y el presente.
El primer capítulo del libro, titulado "El nacimiento por la muerte", se enfoca en los actos fúnebres de las primeras civilizaciones occidentales. Al estudiar sus resultados materiales, el autor encuentra en ellos tres funciones/connotaciones básicas: la apertura a la trascendencia, la derrota de la muerte y la nueva vida.
La conmemoración mortuoria es leída como evidencia de que la muerte abre en la humanidad la posibilidad de imaginar la trascendencia. Paradójicamente, la humanidad es capaz de ver más allá de su existencia al tomar consciencia de que esta tiene un límite. Bajo esta mirada, las imágenes visibles de los actos fúnebres (máscaras, sarcófagos, esculturas, etc.) se convierten la materia prima del duelo a lo trascendente/invisible/innombrable.
La forma más sencilla de ejemplificarlo es a través de una comparación con los animales. Normalmente un primate al ver un cadáver lo toca hasta comprobar que efectivamente carece de vida, cuando lo hace simplemente abandona el cuerpo yacente. En contraste, el humano toma el cuerpo y lo honra en actos mortuorios en búsqueda de reconciliarse con la idea de la muerte a través de la ilusión de trascendencia.
Como ya se mencionó, a través de congelar la imagen del muerto, las comunidades eran capaces de mostrar "su triunfo sobre la muerte". Las efigies post-mortem creadas para suplantar el cuerpo de los reyes eran vestidas con las mejores galas para celebrar banquetes y festines a su alrededor. De esta manera, se honraba la vida del representado. La extrañeza del acto radica en que era el maniquí quien recibía los halagos, bailaba y comía después de que el rey perdía la capacidad de hacerlo. "Al hombre occidental lo mejor le llega por su conversión en imagen, pues su imagen es su mejor parte"[3], es quien disfruta de la verdadera vida eterna.
La sangre de la muerte derrotada por la imagen no solo alimenta la honra del muerto, sino que además refresca el espíritu de los vivos. La necesidad de la imagen nace del miedo a la precariedad y la mortalidad; consecuentemente, la imagen congelada del muerto nos defiende de la bajeza de la putrefacción. Es la barrera contra la siniestra verdad del consumo del cuerpo bajo tierra y la, aún más siniestra, posibilidad de que el muerto o su espíritu se levante de su estado de descomposición y venga a molestarnos.
El ornamento funerario nace de la fuerza vital de resistirse a la muerte y de negociar con lo invisible. "La imagen constituía no el objeto sino el activador de una permuta en el perpetuo comercio del vidente con lo no visto", es una mediadora entre la vida y la muerte. En estas intermediaciones, muchas veces se les dotaba de magia, de capacidades sobrehumanas como conceder favores o realizar milagros.
La imagen se convertía entonces en un arma de primera necesidad. Sin ella, el terror que produce lo invisible e inconocible consumiría a los humanos con la facilidad propia de una manada de lobos de cacería en medio de una noche oscura.
Como se mencionó al inicio, uno de los objetivos de Debray es mostrar la evolución de la mirada. La forma de percepción de la imagen cambia con el tiempo, lo mágico es una propiedad de la mirada, no de la imagen. La mirada no recibe, sino que ordena lo visible y organiza la experiencia.
En la modernidad la naturaleza fue domesticada, el poder protector de las imágenes deviene innecesario: yace el ídolo religioso vaceado (al menos parcialmente) de sentido y sobre él florece la imagen estética. "Así se pasa, sin que nadie se dé cuenta, del amor a los huesos al amor del arte"[4]. El ser humano modernos es capaz de ver el cadáver a los ojos y examinarlo a profundidad entonces no necesita imagen que lo proteja
Aunque Debray dota a estas miradas de un orden cronológico, el paso de una a la otra no implica la muerte de la primera. La forma de mirar es más contextual que temporal. Es innegable que el avance de la tecnología ha dotado a la humanidad de una mayor capacidad de control. Sin embargo, la muerte aún tiene poder sobre nosotros en algunas ocasiones se nos muestra acechante y desconocida, en otras nos llena de nostalgia. En múltiples representaciones cinematográficas y artísticas se han develado estos sentimientos humanos, Hitchcock nos muestra un cadáver en el sótano, otros nos muestran los muertos levantándose de sus tumbas y otros nos muestran la ausencia que deja la muerte. Por ejemplo, en la película Majorie Prime (2017) se crean hologramas que representan a las personas difuntas, estos se van cargando de información a medida que los seres vivos que las rodean les van hablando. Un diálogo típico en la película sucedía así:

- Holograma: ¿Cómo era yo cuando tu tenías 5 años?
- Persona viva: Eras amable, hablabas poco y solías acariciarme la cabeza antes de dormir.
A partir de este tipo de interacciones la imagen se cargaba de sentido e iba cobrando forma y veracidad. La magia sucedía en la medida en que la imagen era mirada, configurada y constituida por el observador.
Sin embargo, la película termina develando que esa imagen no era suficiente ni devolvería en la totalidad el espíritu de la persona difunta. Los hologramas están igual de vivo que los antiguos maniquís alrededor de los cuales se celebraban banquetes, pero la mirada va perdiendo de a pocos la magia. Cuando esto sucede, lo siniestro de la muerte vuelve a resurgir y no queda otra opción sino cargarse de la mirada moderna y enfrentar la ausencia.
En esta corriente de ideas, hay otro caso que sería interesante traer a la discusión, la necesidad de comprobación de muerte. Contrario a la mirada mágica, es muchas veces el cuerpo putrefacto el que permite el duelo y da testimonio de que el difunto no volverá. Quizá después de que la modernidad, la humanidad empezó a necesitar el cadáver (o un fragmento de él) más que la imagen del difunto.
Ejemplos claros están en los dedos de Galileo, el cerebro de Einstein en Filadelfia y el cuerpo de Lenin en Rusia. Incluso en el siglo XIX con el surgimiento de los museos y las galerías de curiosidades se empezó a sacar los cuerpos del fondo de la tierra para exponerlas tras las vitrinas. El desarrollo del disecado permitió mostrar cadáveres múltiples y llevar la selva al museo.
También, en los complejos procesos de reparación de víctimas del proceso armado muchas veces los familiares buscan incansablemente ver el cuerpo del muerto en una búsqueda de darle un cierre al duelo. En este caso, no es la imagen la que protege del cadáver, sino el cadáver el que protege de la esperanza de un retorno. La relación con el cuerpo sin vida da un giro de 180 grados y es ahora él mismo quien cumple la función de la imagen
[1] "Régis Debray/ Biographie", consultado el 6 de septiembre de 2020, https://regisdebray.com/biographie.
[2] "Régis Debray/ Biographie".
[3] Régis Debray, "Nacimiento por la muerte", en Vida y Muerte de la imagen: Historia de la mirada en occidente, 1994, 19-40, https://monoskop.org/images/d/d4/Debray_Regis_Vida_y_Muerte_de_la_Imagen.pdf.
[4] Régis Debray.