Aquí la gente se deja engañar
Durante los años sesentas y setentas el arte en Colombia estuvo inmerso en múltiples tensiones contradictorias. En esta época hubo una gran influencia de las vanguardias europeas y estadunidenses, haciendo que se desarrollaron nuevas formas y expresiones artísticas que iban más allá de la figuración. Estas nuevas expresiones pusieron en jaque tanto al público, como a los conocedores, los creadores, los críticos y los historiadores del arte.
Por un lado, quienes estaban inmersos en el mundillo del arte parecieron dividirse en múltiples bandos (no debe pensarse que antes estaban unidos, sólo que ahora la separación era mucho más evidente y pública). Por un lado se encontraban quienes defendían el americanismo, por el otro aquellos que defendían las nuevas expresiones, y entre estos últimos había toda una gama innumerable de bando chocantes. Todos estos se batían a pluma y pincel en búsqueda de encontrar y validar "el verdadero arte".
Paralelamente, el público se sentía más desubicado que nunca al ver formas que no los remitían directamente a un discurso o a una figura. Los manuales y cartillas de apreciación del arte de la época, dan a entender que los públicos no entendían qué era lo que estaban viendo. Además de esto fueron testigos a través de la prensa de tensionantes palabras y choques entre los múltiples bandos anteriormente descritos.
Al ver los registros de prensa, me preguntaba ¿Qué tan partícipe y consciente era el público en todo este dilema?. Podemos asumir que era testigo, ya que la discusión se daba en los diarios de mayor difusión del país, pero poco o nada se le preguntaba a los públicos su opinión o percepción. Únicamente se dirigían a él para instruirlo con cartillas demasiado básicas como para apelar a su capacidad de interpretación pero a la vez con un lenguaje adornado que podría dificultar la comprensión.
Pienso entonces en el público como un ente ignorado, que rueda superficialmente entre la crítica y los discursos del arte dados abiertamente y las explicaciones banales. Entre el limbo de ser intruido y ser bombardeado con peleas del mundillo del arte hechas públicas. Sin ser nunca interpelado para hablar sobre cual es su verdad sobre el arte.
Otras preguntas y divagaciones para las cuales aún no tengo respuesta:
¿Cuál era el objetivo de hacer estas discusiones públicas en la prensa?
¿En qué momento dejó de darse la discusión abiertamente para pasar a existir en libros o en páginas conocidas sólo por quienes estamos en el mundillo del arte?. ¿Acaso fue a causa del tono farandulero y personal que tomó la discusión? Por ejemplo, quienes participaron y organizaron el 45 Salón Nacional de Artistas se lamentaban del silencio y desconocimiento evidente por parte de la ciudadanía y la prensa.
Pienso entonces en que es necesario crear un contenido de alta difusión que sea crítico pero sin personalismos, que brinde información sobre los eventos pero que no se quede en un anuncio con fechas y un simple resumen. Además, me parece imperativo que apele a la capacidad de interpretación y crítica de los públicos y le brinde las herramientas necesarias para que se sienta libre de entrar a los espacios del arte. Hacer que esa bola flotante pueda hacer parte también de la discusión y tener su propio "panel de palabra" para dejarse de engañar.